SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS 2025.
Acabamos un año y comenzamos un Año Santo. Aunque haya tantas cosas buenas, malas y regulares que dejamos atrás, le vamos a pedir al Señor que purifique nuestra memoria y nos dé la ilusión de emprenderlo con ganas: con una esperanza viva, con alegría y con paz.
El Papa nos anima a ello: a vivir intensamente este Año jubilar de la esperanza: Al inicio de este nuevo año que nos da el Padre celestial, tiempo jubilar dedicado a la esperanza, dirijo mi más sincero deseo de paz a toda mujer y hombre, en particular a quien se siente postrado por su propia condición existencial, condenado por sus propios errores, aplastado por el juicio de los otros, y ya no logra divisar ninguna perspectiva para su propia vida. A todos ustedes, esperanza y paz, porque este es un Año de gracia que proviene del Corazón del Redentor.
¡Señor y Dios nuestro, Tú sabes nuestras necesidades mucho mejor que nosotros! Danos aliento para vivir en Ti, para abandonar todo en Ti, y poner también todo de nuestra parte:
1. Volver la vista atrás, sin amargura, con paz. Muchas más veces de lo que creemos, miramos a nuestro pasado y vemos cosas que no nos gustan, luego nos empeñamos en mirar hacia los lados y acabamos dándonos un golpe con lo que tenemos delante, porque estamos más pendientes de lo que hacen otros que del camino que estamos recorriendo. Y todo eso ¿qué genera? Agobio, intranquilidad, comparaciones vanas que no llevan a ningún lado. Tu pasado no puede ser una losa que te aplasta y te impide caminar firme hacia adelante. ¿Hay cosas negativas? ¿quién puede decir que no?, pero eso no es lo que construye y da valor a lo vivido. Lo que cuenta es lo aprendido en esos momentos duros, para retomar el camino con una ilusión renovada. Recuerda: “lamentarse es estéril, aprender es fecundo”. Nuestra vida no está definida por nuestras derrotas, sino por todas las ocasiones en que, con la ayuda de Dios, nos hemos levantado. El tono negativo es paralizante, la apertura a Dios es lo que construye.
2. Confianza plena en Dios mirando hacia adelante. Miramos hacia adelante y quizá hay algo por dentro que se nos encoge, como si nos faltara aliento para hacer frente a la vida. La Escritura tiene una expresión muy hermosa: “No se turbe vuestro corazón ni se acobarde”, que enlaza bien con la recomendación de San Pablo: “si Dios está con nosotros ¿quién estará contra nosotros?” Es verdad que el futuro nos puede agobiar, porque nos gustaría tenerlo todo bajo control, pero eso es una ilusión vana: es imposible. Por mucho que amarremos, siempre habrá algo que se nos escapa. Si pretendo construir mi vida según mi criterio, porque tengo mi idea de lo que quiero y no quiero y tengo todo previsto…, a la corta o a la larga me daré cuenta de que, con la ayuda del Señor, todo resulta más fácil. San Josemaría tenía una expresión de confianza en Dios que nos puede ayudar: “abandono en tus manos lo pasado, lo presente y lo futuro, lo poco y lo mucho, lo pequeño y lo grande, lo temporal y lo eterno”. Siempre con Él.
3. María: tú eres Vida, Dulzura, Esperanza nuestra. Es hermoso pensar que el año que comienza lo ponemos en manos de María. En esta fiesta llena de la luz de esa Estrella que anuncia el día, Nuestra Madre del cielo, echaremos fuera de nosotros todo miedo, todo temor. María Madre de Dios y Madre Nuestra. Tú, Nuestra Señora, nos das la Vida, la auténtica vida: has dado a luz al Salvador del mundo y quieres que nosotros también lo encarnemos en nuestra alma para que ilumine nuestra existencia cotidiana. Tú, María, eres la que nos das esa protección amorosa que tanto necesitamos: cuando hay tanta falta de afecto, o tanto afecto desordenado, en un mundo que tantas veces va a lo suyo, meternos en tu Corazón Inmaculado nos da la garantía de purificar todos nuestros anhelos para que no se maleen nuestros deseos. Tú Reina y Madre de misericordia, sabrás tendernos la mano y protegernos con tu manto cuando estemos perdidos, y nos abrirás el camino a una esperanza cierta, centrada en tu Hijo.
Aunque para muchos es un tiempo de propósitos, le vamos a pedir al Señor que sea un año de entrega, de darse de verdad a Dios. Que busquemos la verdad, sin miedo, con el deseo de vivirla en coherencia con la fe. Y todo en manos de María. ¡Queremos ser buenos hijos tuyos!