SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS 2024

Terminamos el año 2023 y queremos pasar página, con ganas de otra cosa, posiblemente con la impresión de dejar atrás, en el pasado, tantas frustraciones, tantos problemas, tantos momentos prescindibles. Y puede surgir en nosotros ese sabor amargo que nos pesa… Pero, no dejemos que esa negatividad se nos quede metida en el alma para alentar pesimismos vacíos. Un hijo de Dios ha de convertir todo esto en una oportunidad de dar gracias, de pedir perdón y de pedir ayuda:

Señor gracias porque, aunque no lo notáramos, nos has acompañado a lo largo de este tiempo y nos has dado la posibilidad de unirnos a Ti para disfrutar de lo tuyo. Señor perdón, porque ha habido circunstancias en las que te hemos dejado de lado, empeñados en ir a lo nuestro y no hemos sido capaces de percibirte en toda la hondura de tu bondad. Señor ayúdanos, ahora más que nunca reconocemos que sin Ti no podemos nada, sé nuestra luz, muéstranos el camino, danos la fuerza para no desfallecer, pon en nosotros la ilusión de ser mejores hijos, y que se note…

1. Afrontemos los desafíos que nos presenta el mundo contemporáneo. Estamos en unos tiempos donde parece que todo nos hace mirar para abajo. Miramos al suelo, como buscando unas seguridades que no salen al paso. Miremos más a lo alto, sin amilanarnos, sin dejar que el desánimo, o el desaliento se instale en nuestro corazón. La victoria es de Nuestro Dios. No tengamos miedo: Dios es fiel y cumple sus promesas. Somos nosotros los que vamos a lo nuestro y deshacemos tantas veces lo que Dios ha pensado para nuestra vida. No dejemos que los sueños de amor que Dios tiene sobre cada uno se pierdan. “Actúa, Señor, en mí. Ven, sé mi Luz”. La Luz de Dios que es la luz de la Verdad. Echemos fuera las tinieblas del pecado. Ten esa fortaleza de ánimo que afronta dificultades. La confianza bien puesta en el Señor, que dirige los tiempos, para no venirnos abajo cuando las cosas no salen a la primera. La alegría auténtica que viene del gozo en Dios. Siéntete amado por Él.

2. Contamos con la bendición de Dios. No desconfiemos: hoy, más que nunca, necesitamos recibir sus dones. Abrámonos a ellos, pero no egoístamente, sino para que fructifiquen en nuestro interior y, al mismo tiempo, podamos entregarlos generosamente a los demás. Esas palabras de la Escritura han de estar grabadas a fuego en nuestra cabeza y nuestro corazón: “Bendecid, sí, no maldigáis”. No somos enemigos de nadie, somos hermanos. Purifiquemos nuestro corazón de todo mal deseo. Paz y bien para todo el mundo. Miremos a los demás con la mirada de Cristo, sin odio, sin egoísmos, sin reproches, sin maledicencias y mucho menos con afán de venganza. No dejemos que las comparaciones, las envidias, maleen nuestras relaciones con los demás. Valoremos al otro. Bendecir: decir bien, hablar bien de los demás. Si no podemos hacerlo así, mejor callar. Comentar los defectos de los demás hiere la convivencia y la va cerrando a la comprensión y el cariño. 

3. Guardar las cosas en el corazón, como María. ¿De qué quieres colmar tu alma? ¿De trastos viejos e inútiles? Alimentemos nuestra vida con ese contemplar el rostro de Dios, de convivir con Él, de seguir sus pasos. No pretendas salirte con la tuya caiga quien caiga. Aleja de ti todo lo que te envenena. ¿Por qué le das vueltas a tus fragilidades y pecados y no se lo entregas de una vez por todas a Dios? Escúchalo en tu interior para que sea Él quien se salga con la suya. La memoria que no se nos quede en lo que guardamos en la mente, con teorías que no se hacen vida: llena tu corazón de Dios y llévalo a la práctica. Haz memoria del amor de Dios para concretarlo en el día a día. Desde la sencillez somos capaces de encontrar sentido a lo que, quizás, no alcanzamos a comprender. En contacto con el Niño Dios los pastores se llenan de una alegría que los inunda. Haz tú lo mismo: mira al Niño, déjate mirar por Él, no es cuestión de palabras, es cuestión de entrar en el amor de Dios.

Hoy primero de enero, empezando el año con ilusión, con ganas de que las cosas vayan, al menos un poco mejor, Dios quiere que empieces a soñar sus sueños. Dios quiere que, saliendo de ti mismo, seas su consuelo para que Él pueda consolarte. Dile que puede contar contigo. Mientras tanto, no olvides que es María a la que recordamos como Madre de Dios, ahora y siempre. Te recordará que eres su hijo y que también te guarda en su Corazón Inmaculado. Y será para ti Madre.

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