Espíritu Santo. Decenario Frutos 2º. 9.10

Para preparar la Solemnidad de Pentecostés con el decenario del Espíritu Santo.

* DÍA NOVENO

Uno de los nombres más expresivos que damos al Espíritu Santo es el de Abogado. Es Dios que está a mi lado y me defiende, que me ofrece recursos para hacer frente a todo lo malo y especialmente las acusaciones que pueden caer sobre mí. Y ¿quién me acusa? El acusador por excelencia, el diablo, que es como si quisiera echar tierra sobre lo bueno que alberga mi alma, para apagar la luz de Dios en mí. El enemigo intentará poner por delante de mí todo lo malo, lo oscuro; y tratará de crear en mí ese mundo de incertidumbre, de desasosiego, de juicio interior para intranquilizarme. El Espíritu Santo, sin embargo, porque quiere orientarme hacia la luz, me da serenidad, es el que me da la paz auténtica. Hace que fructifique en mí todo aquello que abre caminos de amor:

7. La Benignidad. 

Es esa dulzura interior que lleva a tratar a los demás con alegría y gusto, con complacencia, sin apenas sentir el peso que ello pueda traer consigo.

8. La Mansedumbre. 

Nos hace moderar el carácter, pacificar el alma, serenarla y quitar tensiones, para que los enfados o la ira queden suavizados por el amor.

9. La Fe. 

Nos lleva a esa constancia en cumplir lo prometido, fomentando la confianza en el Señor, en plena fidelidad a esos compromisos de amor que Él me pide.

10. La Modestia. 

Nos ayuda a establecer ese equilibrio exterior e interior en los gestos y en las palabras con el apoyo de Dios, para que todo manifieste unidad de vida.

11. La Continencia. 

Nos enseña a poner orden en los apetitos, en el comer, en el beber, evitando los excesos, para que así no me deje llevar por los meros impulsos.

12. La Castidad. 

Sabe regular los placeres de la carne, de tal manera que la persona no se apoye en la mera carnalidad y adquiera ese señorío sobre sus pasiones.

Espíritu Santo. Decenario. Frutos 2º. 9/10.