La confesión no deja de ser el diálogo del perdón. Comienza con un saludo:
– Penitente: AVE MARÍA PURISIMA Sacerdote: SIN PECADO CONCEBIDA. Después puedes hacer la señal de la cruz e iniciar esta especie de diálogo:
– Sacerdote: EL SEÑOR ESTÉ EN TU CORAZÓN PARA QUE PUEDAS ARREPENTIRTE HUMILDEMENTE DE TUS PECADOS
– Penitente: SEÑOR TU LO SABES TODO, TÚ SABES QUE TE QUIERO.
Después dices cuánto tiempo hace, más o menos, que no te has confesado, y luego vas diciendo tus faltas, tus pecados. Si no nos acordamos, nos quedamos en blanco, o no sabemos cómo hacerlo, podemos pedir ayuda al sacerdote, y él gustosamente lo hará, por ejemplo repasando los mandamientos.
Una vez que se han dicho los pecados y se ha pedido, con dolor de corazón, perdón por ellos, el sacerdote suele dar algún consejo y pone la penitencia, es decir, alguna oración, o algo que el penitente tiene que cumplir para reparar el mal que hemos causado. Luego invita al penitente a hacer un acto de dolor, por ejemplo, diciendo:
– Penitente: JESÚS, HIJO DE DIOS, APIÁDATE DE MÍ QUE SOY PECADOR.
El sacerdote le da la absolución, es decir, el perdón de los pecados, y lo hace en nombre de Dios. Aunque es una oración muy bonita la que dice, lo más importante es la fórmula:
– Sacerdote: YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO.
– El penitente responde: AMÉN. Después de esto ya ha terminado la confesión y el sacerdote le dice alguna fórmula de despedida:
– Sacerdote: PUEDES IR EN PAZ, o VETE CONTENTO Y EN PAZ.
El penitente se marcha y reza la oración que le ha impuesto como penitencia. De esta manera tiene lugar el encuentro con Dios que es pura misericordia y que como Padre bueno nos perdona si acudimos a Él para pedirle perdón siendo humildes y sinceros.
Tienes que tener en cuenta que para confesarse bien hacen falta 5 cosas:
1) Examen de conciencia: Es decir, pensar, pasar revista a las cosas que hemos obrado mal.
2) Dolor de los pecados. Es darnos cuenta de que, con esas acciones malas cometidas, hemos ofendido a Dios, y que nos cause pesar.
3) Propósito de la enmienda. Es poner de nuestra parte para no volver a cometer esas malas acciones, es decir, luchar por ser mejores.
4) Decir los pecados al confesor. No hay que callar nada por temor o vergüenza, hay que decirlo todo con confianza y sinceridad.
5) Cumplir la penitencia. Es hacer lo que nos ha dicho el sacerdote para compensar al menos un poco el mal que hemos hecho.
Pero, ¿cómo estoy seguro de que todo esto vale si, casi seguro voy a volver a caer, y además en cosas parecidas a las que he hecho mal? Pues precisamente por eso, porque necesito estar muy fuerte para poder hacer frente a todas esas limitaciones y debilidades mías. No se trata sólo de lo que yo puedo, sino de la garantía de Dios, que no me va a dejar nunca y siempre estará a mi lado para ayudarme. Por eso tengo que ser humilde y luchar en todo momento. Santo no es el que no cae nunca, sino el que se levanta siempre.